Vestirse para cubrirse

Publicado el September 26, 2013

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Las revelaciones de Edward Snowden hacen el negocio de Adam Harvey. El primero, informático americano habiendo divulgado en junio los programas de vigilancia de los Estados Unidos, se refugió en Rusia, perseguido por los servicios secretos del Tio Sam. El segundo, al contrario, se pavonea sobre el escenario artístico newyorquino, llevando en alto su corona de campeón de la lucha contra el Big Brother. Con su colección de “vestidos anti-drone”, este joven diseñador de 32 años franquea hábilmente la ola de paranoia que se ha desplomado sobre los Estados Unidos.

Gorra de 350 dólares, burka de 2500 dólares, bufanda de 450 dólares…Fabricadas en tela metalizada, estos accesorios se supone deben interferir con los signos térmicos corporales y así impedir a aquellos que las portan de ser identificados por los drones y sus cámaras térmicas. clothingfashion

Adam Harvey desea “un mundo donde los individuos tendrán el control sobre su derecho a la vida privada y donde la moda tendrá un rol ayudándoles”. Su slogan In privacy we trust controvierte el emblema nacional del país In God we trust.

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CV Dazzle

El artista no es nuevo en el mercado de la “vigilancia”, o mejor de la “contra-vigilancia”. Hace ya tres años, como parte de su tesis en la Universidad de New York, había comenzado a desarrollar el CV Dazzle. Inspirado por una técnica de camuflaje de la primera guerra mundial, la técnica consiste en aplicarse pintura fácil (principalmente sobre las mejillas, con formas abstractas negras y blancas) con el fin de confundir los rasgos faciales y de desorientar a los programas de reconocimiento facial. Este primer proyecto consagrado al respeto de la vida privada no contenía ninguna ambición política; se trataba sobretodo una obsesión de fiestero, dirigida a evitar que cualquier persona pudiera tomar fotos “no autorizadas” de otras personas en discotecas.

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Las recientes revelaciones sobre el programe de vigilancia Prism dieron una nueva dimensión a sus creaciones. Su última invención, un estuche seguro para los teléfonos celulares, debería, según él, proteger las comunicaciones del oído inquisidor del Estado o de cualquier otra empresa a su servicio.